miércoles, 25 de noviembre de 2015

Los Atha'an Miere






Los marinos tienen dos nombres al nacer, uno personal y otro de familia, precedido por la partícula din. Si consiguen experiencia y prestigio, ganan un tercero llamado nombre de sal. Por tanto, en el rol, ningún Atha’an Miere se pondrá nombre de sal a no ser que se haya trabajado la historia y existan roleos que lo justifiquen.
Pasan la mayor parte de sus vidas en sus barcos donde procuran nacer, desposarse, vivir, y les desagrada profundamente alejarse del océano. Incluso les duele el tiempo que pasan en tierra, en sus islas, mientras aguardan otra singladura. Pese a ello, hay marinos que deben vivir en tierra para gestionar las islas, como es el caso de los gobernadores. Controlan varias islas y archipiélagos: las Aile Somera (actualmente en manos de los Seanchan), las Aile Dashar y las Aile Jafar en el Océano Aricio; Cindaking, Qaim y Tremalking en el Mar de las Tormentas. Por consiguiente, siempre que haya un roleo o relato en tierra tendrá que ser justificado, sobre todo si es tierra adentro, donde no haya puertos ni marítimos ni fluviales.

Los marinos son comerciantes, así que su única excusa normalmente para estar en tierra es el comercio, y solo los hombres se dedican a ello, aunque por rol en el mud pueden admitirse misiones en tierra, teniendo en cuenta los tiempos que corren.

Los marinos son gentes muy reservadas, no van hablando por ahí con todo el mundo, ni mucho menos de sus costumbres y de su pueblo, como no haya una historia bien establecida y bien roleada de amistad con un confinado. Su actitud hacia ellos es estirada, a veces de menosprecio, aunque son respetuosos.

Los marinos aman sus barcos, desde que los ven nacer cuando se empiezan a construir, y los miman y cuidan como si fueran un ser vivo. Son los barcos más veloces.

Todos los marinos deben empezar en el nivel más bajo y trabajar muy duro para ascender de rango, y pueden ser destituidos por cualquiera que  tenga un rango superior, incluso hasta volverlo a dejar en el escalafón más bajo. En el caso del mud, estas degradaciones solo podrá efectuarlas la Señora de los barcos, aunque sus consejeros más próximos pueden sugerir destituciones y degradaciones por motivos on rol.

Puesto que la supervivencia en el mar depende de una estricta disciplina y obediencia, los marinos se aferran a la jerarquía en todo momento. Están divididos en al menos doce clanes, grandes y pequeños, y cada clan está Dirigido por una Señora de las Olas. Un clan no es una gran familia de marinos, pues en un mismo clan puede haber personas de diferentes familias. Los clanes conocidos son: Somarin, Takana, Shodein, Catelar, Rossaine y Dacan.
Por debajo de las Señoras están las Navegantes, que son las capitanas de los barcos, y cuya importancia se mide por el tamaño de sus barcos y el número de tripulantes. Las Señoras tienen gran autoridad, aunque son elegidas por las 12 navegantes de mayor edad de su clan, y asimismo pueden ser destituidas por ellas o bien por la Señora de los Barcos. Son la navegante de su propio barco.
La Señora de los Barcos a su vez es elegida por las 12 Señoras de las Olas, a las que se conoce como las 12 Primeras de los Atha’an Miere. Su cargo es vitalicio, aunque por circunstancias excepcionales de rol, las 12 pueden destituir a la Señora de los Barcos.
Los hombres están supeditados a las mujeres, y tienen una organización similar a la de ellas. Su cometido es el comercio, la seguridad de los marinos, la fabricación de armas y la instrucción militar.
Entre los hombres, el Maestro de Armas es quien ostenta mayor jerarquía. Puede ser o no el marido de la Señora de los Barcos. Dirige a los Maestros de Espadas de las Señoras de las Olas, y estos a su vez, a los Maestres de cargamento de las Navegantes de su clan. Todos ellos tienen deberes semejantes como delegados a la mujer a la que sirven. La decisión de adonde y cuando navega un barco es de la Navegante,  pero ya que el comercio y las finanzas están por completo en manos del Maestre de Cargamento, o en niveles superiores del resto de maestros, es necesaria una estrecha colaboración entre ambas partes.

Todos los barcos por pequeños que sean cuentan con una Detectora de Vientos. La mayoría pueden encauzar, y son expertas en aire y agua. Por el contrario, son mucho menos habilidosas que el resto de mujeres manejando tejidos de tierra y fuego.
La de la Señora de los Barcos tiene autoridad sobre las de las Señoras de las Olas, y estas a su vez la tienen sobre las de las Navegantes.


Los marinos tienen unas características físicas peculiares. Podría decirse que son la raza de color de la Rueda, o sea, su piel es a menudo negro ébano, aunque con diferentes gradaciones del color, pudiendo ser de piel más amarronada, aunque siempre oscura.
Sus ojos son asimismo oscuros. Es inconcebible, pues, un marino rubio con ojos azules, y no se permitirán fichas nuevas con personajes que adopten estas características. Por todo ello es inverosímil que nadie, y mucho menos alguien de su propia raza no sepa que se halla frente a un Atha’an Miere. Un Atha’an Miere nunca se disfrazaría, ni así para misiones peligrosas o fuera de sus islas, a no ser que sea un siniestro, e incluso así no suelen esconder los tatuajes que llevan en las manos, y su color de piel, con lo que todo el mundo acaba sabiendo su procedencia. Pero no solo eso los distingue.
Visten ropas de seda muy vistosas, siempre de gran colorido con tonos muy chillones, rojos, azules, verdes, amarillos, y gran profusión de cadenas, pendientes y joyas. Las mujeres que ostentan cargos llevan además medallones que penden de las famosas cadenitas que van desde la nariz a la oreja, y que según el rango que ocupa, cuentan con más o menos medallones. El número de agujeros permitidos denota el rango de la persona (seis en orejas y uno en nariz para la Señora de los Barcos, cinco para las de las Olas, cuatro las Navegantes y las Detectoras uno menos que los de la mujer de la que dependen). Los hombres no llevan medallones ni cadenitas, pero sí aros en las orejas.
Además, tienen las manos tatuadas. Los hombres, una estrella de seis puntas en la mano derecha. Aunque no se viera su piel, solo por eso ya se sabría que son marinos. El tatuaje de la mano derecha así lo indica, y los de la mano izquierda son las marcas que proclaman clan y estirpe.
Hombres y mujeres en alta mar se desvisten la blusa, pero cuidado, solo en alta mar. Jamás en tierra, ni siquiera a la vista de tierra firme, sobre todo ellas. Si en alguno de los dos últimos supuestos no cumplen, son severamente castigadas.
Van descalzos tanto en tierra como en los barcos.
Los marinos consideran que bañarse con otra persona es un altísimo honor.
Si fuera por ellos, jamás montarían un caballo, así que si lo hacéis, será preciso algún relato o roleo que lo justifique.
La Señora de los Barcos se hace acompañar por un asistente que lleva un parasol azul de tres pisos con bordados dorados y el Maestro de Armas, uno similar pero de dos pisos. Las Señoras de las Olas, uno de dos pisos rojo y con bordados dorados.

Son orgullosos, muy protocolarios, así que es inconcebible que se pasen los protocolos por el forro, aunque sean los de los demás, solo para que nadie pueda acusarlos de ignorantes o indisciplinados. Son feroces en sus tratos. Siempre quieren ganar a toda costa y si es posible, lo consiguen, pero por lo Mismo cuando cierran uno lo cumplen aunque en ello les vaya la vida. Cuando hacen un pacto escupen en la mano y la estrechan con el otro, lo cual indica que dicho pacto es vinculante y sin ninguna opción de volverse atrás.

Desde siempre los marinos habían optado por mantener sus barcos alejados de las Aes Sedai lo cual se traduce en que les negaban el regalo de pasaje con el propósito de ocultar a sus detectoras. Sin embargo, en los tiempos que corren, esto ya ha quedado atrás. Los marinos enviaban de vez en cuando alguna mujer débil en el Poder a la Torre Blanca para disimular, porque el don es algo con lo que cualquier mujer puede nacer, y seria inverosímil que no las hubiera entre los marinos, aunque daban la impresión de que entre las marinas ese potencial era limitado. Pero ahora que las Hermanas ya saben que hay tantas encauzadoras, que no es un secreto, realmente esa precaución ya no existe, y nadie obliga a nadie a nada. Además, se hizo un pacto mediante el cual por su ayuda en la activación del Cuenco de los Vientos, las Aes Sedai recibirán como invitadas a las marinas en la Torre si estas lo desean, pero no las reclutarán, y lo que es peor, las aleccionarán sobre el Poder en sus propios barcos. Eso no significa que una Sedai despotrique contra las espontaneas, como lo hace contra las Sabias Aiel, y que si puede, intente convencer a una marina de que su lugar está en la Torre Blanca. Pero para nada se puede hablar de esclavitud ni nada que se le aproxime.


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