martes, 23 de mayo de 2017

De Shaeira. Diario (recordando)




Mientras Shaeira vigila a su esposo que sale y entra de un estado de confusión y aletargamiento propios de las heridas que su cuerpo lucha por superar, mientras el Jendai navega a todo trapo rumbo a los Dedos del Dragón, lee su diario personal a la luz de una de las lámparas. El diario que siempre va con ella en su baúl de viaje allá donde quiera que esté. Cualquier actividad es mejor que permitir que sus pensamientos se desplieguen, cualquier cosa antes que permitir que la terrible tristeza por la pérdida de su barco y de toda la tripulación, de su querida Relvana… de todos ellos la venza. Parece que esos halcones realmente saben lo que hacen y ahora las Señoras de las Olas están advertidas. Solo queda esperar.

Día 3 del mes de Adar de 968 NE

Hoy es mi día onomástico. Cumplo once años. A bordo del Leyenda de Corain, navegamos rumbo a Illian. No estoy feliz porque me han vuelto a castigar. A madre no le importa si cumplo años. Bueno, quiero decir que sí le importa, pero le da igual a la hora de ponerme a limpiar pescado si he dicho o hecho algo feo. Padre y ella discutían y claro, yo quería saber por qué. Otra vez el tema este de las Doce y lo difícil que se lo han puesto a madre para llegar a ser Señora de las Olas. A mí me parece que tiene algo que ver con su familia, la de antes de casarse con papá, la familia Dashar, pero prefiero comerme mi fajín y que los extremos me salgan por las orejas antes que volver a preguntar.

Odio limpiar pescado. ¡Esta mañana han sido cuatro cestos antes de los ejercicios! No puedo quitarme la peste de las manos ni así las frote con sal o vino agriado.  ¿Cómo puedo jugar con los demás con esta peste? Bueno, sí, no soy la única a la que castigan así, pero me doy asco a mí misma. ¡Nadie ha limpiado tantos rodaballos como yo!

Dentro de un reloj de arena tengo que ir a tomar mis clases con la Navegante. Eso sí me gusta, aunque ella es muy dura conmigo. Me está enseñando a interpretar las cartas de navegación y a hacer mapas de deriva. Es tan interesante que podría pasar horas en el puente con ella. Y luego, la Detectora de madre me recibirá en la cofa del palo mayor y sé que me hablará del Poder, de los vientos, de las nubes y las tormentas… ¡El Creador quiera que yo pueda encauzar! Lo deseo tanto… Relvana sabe mucho y tiene muchos libros que me deja leer. A veces me llevo alguno a mi litera y lo leo a escondidas para que no me riñan, pero Sinda, que es una envidiosa, siempre me delata si me descubre.

Por la tarde espero que me levanten el castigo, que no me obliguen a cepillar las tablas de cubierta o coser redes, por favor por favor. Porque he oído que vamos a ponernos al pairo del Viajero del Viento. Madre y Malin din Toral Rompedora de Olas se bañarán juntas y las tripulaciones podremos mezclarnos para comer y para contarnos historias.  A lo mejor me permiten ver a Dorile, es tan amable… Bueno, prefiero a mi querida Relvana, pero Dorile también me gusta mucho, y si tuviera que elegir a una maestra después de nuestra Detectora, sería ella.

Y también quiero ver a Jehrmien. Él es más mayor que yo y ya está recibiendo entrenamiento militar, pero creo que le gusta sentarse conmigo y escuchar lo que le cuento, lo que leo en los libros y lo que aprendo en los viajes. Él me explica de sus singladuras y yo le hablo de las nuestras. Ya vio las costas de Shara, ¡es un privilegiado! Padre dice que nosotros pondremos rumbo a tan lejano y misterioso lugar en cuanto volvamos de Illian y descarguemos bodegas.

¿Tendré algún regalo? Es muy pronto para un nombre de sal. ¿Una daga? Dirán que soy muy pequeña para tener una propia, que me apañe con los cuchillos de la utilería de a bordo. ¿Un collar con una cajita de aromas? ¿Unas pulseras? Bah, da igual. Me conformo con que me levanten el castigo y poder saltar al Viajero, con poder echar unas gotas del perfume de madre en mis manos apestosas por si me siento junto a Jehrmien.

Ay, Luz, me llaman como si se cerniera una tempestad sobre el Leyenda…

Shaeira cierra el libro, lo deposita en la mesa y humedece el rostro de Jehrmien con un paño. Volverá dentro de un rato, cuando se cerciore de cómo siguen las cosas en el puente.


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