Fue una noche clara, de esas con multitud de estrellas y
luna plateada en el cielo; si, de esas que invitan a pasar la noche alrededor
de una hoguera compartiendo un barril de vino y un juego de dados...
Y soñé:
O eso creí, un sueño extraño, pero no de esos sueños que se
esfuman con las primeras luces del día, no, un sueño de esos que permanecen en
tu subconsciente hasta que le haces caso o empiezas a perder la razón.
Caminaba por una zona de pastos tan grande que no sabía bien
la dirección a seguir, siguiendo a no sé qué, o no se quien, escuchando a los
lobos en la distancia, tal vez llamando, tal vez cazando...
Una sensación de soledad me envolvía como una manta cálida,
y un cúmulo de emociones me rondaba, entre sorpresa y tristeza, alegría y
fortuna; desasosiego, temor, y una nota de alarma y desarraigo que no supe
entender.
Caminaba y caminaba mientras por mi mente pasaban como
relámpagos visiones extrañas, donde los olores, las emociones, los sentidos
estaba mezclados de una forma que no sabía interpretar, o tal vez no podía
interpretar, y mientras avanzaba me iba llegando el presentimiento de que algo
o alguien estaba cerca, esperando o buscando a algo o alguien…
No sé por qué, tuve la sensación que debía buscar ese sitio
y saber lo que significaba.
Pasaron varios días en los que terminé mis asuntos en la
ciudad y haciendo algunas averiguaciones supe que una gran zona de pastos era
la llamada Karalain, y hacia allí dirigí mis pasos buscando quien sabe que,
solo persiguiendo un sueño, o quizás,... persiguiendo a la luna.
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