Siuan Sanche continúa sentada mientras Khalindira Sedai
abandona su despacho. Khalindira Sedai, ya por poco tiempo Madre. En cierto
modo no le sorprende lo que acaba de suceder. Esperaba la renuncia de la joven
Amyrlin y esperaba asimismo su petición de ocupar uno de los bancos de Asentada
por el Ajah azul, Ajah en el que Khalindira ha expresado deseo de pertenecer en
cuanto la estola vista otros hombros. Ella, Siuan, como cabeza de dicho Ajah se
siente íntimamente orgullosa de poder contar con tan formidable mujer en sus
filas, y no solo eso, sino que propondrá a Xunynn Sedai, de su mismo Ajah, para
la Sede.
Siuan cierra los ojos y rememora todo lo sucedido estos
últimos meses. De la mano de Khalindira, la Torre Blanca ha caminado firme. La
diestra Amirlin, y fuerte por demás en el Poder, que ascendió desde el Ajah Gris
y que puso en orden los asuntos internos, que reanudó investigaciones, que
consiguió firmar un acuerdo de paz con los Atha’an Miere y que con su buen
hacer mantuvo a las Hermanas más o menos tranquilas en la medida que ello es
posible, decide prestar servicio fuera de la Torre sin dejar de estar vinculada
a la misma, y bien sabe el Creador que mujeres como ella harán falta en la
Antecámara para dirimir los asuntos que se abaten sobre el día a día de las Aes
Sedai, del mundo entero.
Siuan abre los ojos y lanza un ruidoso suspiro. Está sola y
puede permitírselo. Contempla uno de los cuadros con un grabado de su Tear
natal, murmura algo sobre escorpinas y cebos y, resuelta, se pone en pie y
agita la campanilla para llamar a la Hermana que la asiste. Es hora de reunirse
con Xunynn Sedai.
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