Mis orígenes.
Era una noche lluviosa de verano en Dos Ríos, cuando de
pronto un ejército de seres de la sombra invadían Campo de Emond matando a
todas las personas que encontraban en su camino. Seres de un formidable tamaño,
unos con cabezas de osos y picos de cuervo, otros con cabezas de jabalíes,
toros con cuernos enormes; vestían cotas de maya color oscuro, las cuales se
confundían con las sombras de la noche, y espadas que se parecían a una guadaña.
De pronto yo Ederik Sariush, hijo de mi madre Malene muerta
poco después de mi nacimiento, y de mi padre Harry Sariush corrí a la forja de
maese Luhhan de donde estaba cerca porque todo el mundo daba la alarma de que
estábamos siendo atacados por engendros de la sombra y ver si podía coger
algunas espadas para defender mi lugar de origen y dar las espadas a cuanto
viese en mi camino.
Yo apenas me iniciaba en uso de la espada y nunca en mi vida
había peleado con una espada de verdad. La única verdadera espada que tuve en
mis manos fue la de mi padre Harry el cual murió a manos de un fado.
Corría alertando a toda la población entregando algunas
espadas, mientras que, uno de los más diestros guerreros de la región, llamado Tam
Al'Thor reorganizaba y agrupaba a los hombres más expertos en la lucha con
armas de lucha cuerpo a cuerpo y armas de filo, mientras yo me agrupaba con los
arqueros y nos alineábamos para dar muerte a esos seres del obscuro.
Tras varias horas de intensa pelea logramos derrotar a todos
los troillocs y dos fados que costaron las bajas de muchos hombres, escuché
decir a uno de los guerreros a otro
guerrero; yo no tengo el número certero ya que al término de la tragedia, uno
de los mas diestros guerreros me apartó del campo de batalla y tras haber
escuchado que yo quería aprender a peliar con la espada e igualmente, conocía
por mi gusto de la Torre Blanca y de mis sueños para pertenecer a ella, y así
yo convertirme en un valeroso gaidin de alguna sedai y así junto con el DragÛn
renacido y las sedais marchar al tarmon gaidon, la última batalla.
Me dice de forma seria -Muchacho, eres diestro con el arco,
aun que te falta mucho mas por aprender; a partir de ahora, yo Znar, te
instruiré en algunas artes del combate.-
Hace una pausa para permitirme pensar y posteriormente Znar continúa
haciendo algunas correcciones sobre mi técnica al usar el arco y tras ello
dice: -¿Estás dispuesto a aprender de mi sin cuestionar mis métodos y
conocimientos muchacho? -
A lo que yo asiento con un gesto de cabeza.
Y de esta forma comienza mi preparaciónn como guerrero con
Znar.
Una curiosa y conocida técnica.
Desperté muy temprano como todos los días, sin embargo hoy
algo extraño sentía, algo que me ayudaba a aislarme de los problemas en base a
una pequeña lucecita en mi mente a la cual arrojaba todo lo que me mantenía
desconcentrado, aun que yo estaba mucho mas alerta de lo natural no lograba
deshacerme de todo lo que me perturbaba para lograr total concentración como
intentaba enseñarme Znar.
. Estando yo en Campo de Emond haciendo un par de estiramientos
y ejercicios para empezar mi trabajo como todos los días, cuando escucho a lo
lejos voces de hombres y el ruido de metal golpeando contra metal. Me extrañó
mucho ello y por consecuente ágil y silencioso me moví haciendo el menor ruido
posible para acercarme al lugar y descubrir de que o quién se trataba. Nada mas
ni nada menos, --Luz!, que maravilloso pelean esos dos guerreros! Al llegar a
un lugar mas cercano posible de donde escuchaba las voces y el chocar metal
contra metal sin que me descubriesen mis ojos no podían creer lo que en ese
momento ocurría. Si, dos magníficos guerreros blandían espadas reales y realizaban
un duelo, el cual parecía que estuviesen peleando a muerte. Uno de los hombres
parece ser un maestro de armas y el otro hombre mucho mas joven y esbelto, por
sus rasgos pareciese ser un tuathaan. Un Tuathaan con una espada! –- Luz! Jamás
había presenciado algo así!. —- era increíble con la destreza que ambos hombres
ejecutaban poses de estupendos guerreros, como La luna al viento, El jabalí
baja corriendo la montaña, El lagarto en el espino, entre muchas mas que
estaban fuera de mis conocimientos pero que Znar me había explicaod.
-Ederik!! - Gritó el hombre mayor el cual parecía un maestro
de armas que lanzaba espadazos veloces
en el duelo. – Luz! – Que susto me ha dado, lo mas increíble, ese hombre me ha
visto sin descuidar en lo absoluto el combate y yo me e quedado inmóvil,
anonagado por el combate y por que a pesar de todos mis intentos por evitar ser
visto fui descubierto como si fuese yo una iguana tirada de panza arriba tomando
el sol. Ambos guerreros finalizan el combate y se dirigen hacia mi hablando
entre ellos y secándose el sudor de la frente producido por el combate.--
-He -- muchacho – Me grita el hombre mayor, lo miro mas
detenidamente y me doy cuenta que se trata de Znar; me hacen señas para que me acerque
a ellos. Nos encontramos en el camino y se detienen a saludarme y empiezan a
hablarme sobre el combate, destreza y demás relacionado con el tema.
Znar empieza a
preguntarme el como me e dado cuenta de que ellos entrenaban y ahí pienso yo en
si debo contar sobre esa pequeña luz en forma de una pequeña llama que he
empezado a conseguir ver en mi mente, la cual me ayuda a aislarme de todo
problema y tener una mayor concentración; al final decido hablar sobre ello y
los dos hombres se quedan en silencio y mirándose uno al otro.
? -Veo entonces que
comienzas a entender como poner a la práctica llama y vacío chico.- Dice Znar.
Yo extrañado pregunto, -- ¿Y que es eso? Entonces Znar me explica por fin que
lo que un dia me contó recibe este nombre y que todo guerrero deberá dominar
esta práctica si quiere ser bueno en combate.
? Mas tarde Znar
coge su arco y un par de flechas de un carcaj algo viejo, se interna un poco en
el bosque y al poco rato regresa con un par de conejos y algunas ramas para
comer puesto que el día ya está algo avanzado. Pienso yo: este hombre a demás
de ejecutar muy bien la espada debe ser un magnífico arquero puesto que no a
durado casi nada en dar caza a los conejos que trae.
? Me entrega los
conejos y me arroja un pequeño cuchillo pero muy filoso para despellejar los
conejos y ponerlos a asar; empiezo a ejecutar el trabajo encomendado y al poco
rato ya hay lumbre y yo todo manchado de sangre pero con el trabajo bien
ejecutado ponemos los conejos en una vara para asarlos.
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