Luego de terminar sus tareas en los
establos Claiman regresa a su cuarto en las estancias de la guardia de la
torre, sin embargo la conversación mantenida con Sarteck, aquél que dijo ser el
gaidin de la sede retumba de forma constante en su cabeza, ser un guardián?
protejer la vida de una Aes Sedai? La verdad es algo que nunca había entrado en
sus planes y no está seguro de que pensar.
Recostado en su camastro Claiman observa
a sus compañeros ponerse en marcha, la guardia de la torre no descansa y
aquellos a los que les toca el turno de noche salen en estos momentos de los
dormitorios, en silencio se da media vuelta e intenta conciliar el sueño.
Sueños inquietos sacuden al joven durante
toda la noche y se despierta antes de que salga el sol, quizá sea demasiado
temprano pero está convencido de que el sueño no lo volverá a acoger en su seno
y decide ponerse en marcha ya, aún tiene unas horas libres hasta tener que
presentarse en su puesto de bigilancia.
Tras horas y horas de patrulla, Claiman
no necesita de luz alguna para distinguir los pasillos y orientarse a lo largo
de la inmensidad de la torre, no está seguro si puede hacer lo que va a hacer pero
encamina sus pasos hacia la biblioteca.
una vez en las puertas de la biblioteca,
Claiman hace un alto, su padre le había enseñado a leer y a admirar un buen
libro, incluso le había inculcado un cierto afán por poseer libros, por
culturizarse y comprender el mundo que lo rodea, observa con atención el
edificio que se alza ante él, la magnitud de este es innegable, no obstante,
después de la propia torre, la biblioteca es el edificio más grande en el
recinto, contiene despachos y salas de trabajo y se rumorea que hay tantos
cuartos secretos como secciones abiertas.
Claiman sabe que el acceso a la
biblioteca no es total para los visitantes y que hay secciones cerradas, pero
no tiene la menor duda, en ella se alberga una de las mayores, si no la mayor,
colección del saber del mundo.
Tras un buen rato rebuscando entre
centenares de documentos, Claiman se fija
por fin en un título que lo hace detenerse.
Los guardianes
Lee y relee el documento hasta comprender
lo que significa ser un Gaidin y las ideas, los pensamientos, las palabras de
Sarteck vuelven a retumbar en su cabeza, sin embargo, se percata de que no
tiene tiempo para pensar, debe dar el relevo a uno de sus compañeros e iniciar
su turno de guardia, no hay descanso, como la rueda, la actividad en la Torre
Blanca no se detiene, y La Guardia tampoco.
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