El poder era una mancha,
una falta según los pensamientos de mis padres despreciable y sucia.
La práctica de un don
tan impuro y originado por el oscuro tenía que ser penado con la muerte.
Ese era el pan de cada
día de mi hogar, incluso más irónico y falso sonaba ya que vivíamos al amparo
de tar valon, en una de las aldeas de entrada de la gran urbe.
Mi nombre es Marshelm
Arinshaw, hija única de mis padres, lugareños de la aldea de alindaer, ubicada
a la sombra de la capital del poder y de las aes sedai.
Nacida el día 7 del mes
de maigdhal, de niñez relativamente tranquila, fui criada con las habituales
carencias de una familia de pescadores, con el discurso diario de mis padres y
su odio visceral a todo lo que tenga que ver con el poder. Tengo ahora 14 años
y escribo un diario, ya que es el único amigo que puedo encontrar en esta vida
disciplinada donde no puedo tener amigos o confiar en nadie en mi ciudad porque
están relacionados con el oscuro y sus hijas, las aes sedai.
Lo que mis padres no
saben es que cada día cuando voy a cuidar del único caballo que tenemos, para
que padre haga sus viajes, me escapo algunas horas a leer en compañía de una
chica que conocí por casualidad un día en la posada de la trucha saltarina,
ella iba a la capital con su padre, por lo que pude escuchar ellos eran nobles
de cairhien y venían como peticionarios a la torre blanca porque ella estaba
muy enferma.
Por este mismo motivo
ella se hospedaba en la posada mientras su padre iba cada día a la torre blanca
a esperar ser atendido por la sede amyrlin. nos hicimos amigas cuando ese mismo
día de su llegada en la tarde fui a dejar unos pescados que el posadero le
había encargado a mi padre, ella estaba leyendo y yo sigilosamente me acerqué a
mirar su libro, ya que en casa de mis padres no permitían libros de curaciones
o hierbas, y ese parecía ser de alguna de las dos cosas, ella me miró y me
sonrojé, y desde ese momento con una amable sonrisa compartimos la lectura cada
tarde secretamente en un pequeño reservado de la posada.
A mi edad dicen que
tengo mucha vivacidad, y no sé si por eso o por lo cerrado de mi círculo
social, leer todos esos libros me hizo sospechar
del don que tengo para sanar heridas.
No sé si enfermedades,
pero sé que puedo sanar heridas, porque he curado muchas heridas de nuestro
caballo y de algunos otros animales, Ya que amo los animales. son mi vida y me
llenan de paz dentro de la rutina del día a día en mi hogar.
Es mi más preciado
secreto, porque conociendo el odio de mis padres por el poder no dudo que
pensaran que ya yo era una amiga oscura! Solo por tener un don maravilloso de
sanar, sin nada que tenga que ver con el poder. Aunque cierto es también que no
odio ese tema como mis padres, al contrario, siento curiosidad por todo ello,
pero no tanta como para meterme en la torre blanca, porque es un lugar que me
atemoriza y más sus habitantes, les tengo respeto y un gran temor a todas ellas, porque el poder es algo tan
asombroso y vivir tan cerca de ellas, ver sus prodigios me han hecho verlas
como lo que son, personas con un gran dominio
de sí mismas y con un gran regalo otorgado por el creador. Ya lo que
hagan con sus dones depende de cada quien, como resulta con el resto de los
mortales, y este entendimiento me hace dudar de mis padres acerca de que todas
ellas son amigas oscuras. Quizá estas no son palabras o ideas de una chica de 14
años, pero vivir con mi familia e instruirme secretamente me ha hecho darme
cuenta de muchas cosas y me hace también compararlo todo con lo que veo y lo
que vivo en mis pequeñas aventuras en tar valon.
Termino así esta primera
crónica de mi diario, más adelante describiré mi aventura más reciente.
At: Marshelm Arinshaw
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