Querida prima:
Perdona porque hace mucho que no te escribo, claro que
tampoco he recibido ninguna carta tuya. No sé si Ilstar podrá entregártela,
ignoro si le toca salir o no, últimamente está muy reservado, lo veo poco y me
cuesta mantener una conversación sin discutir. No importa. Si no te lleva él la
misiva, la enviaré con una caravana que se pone en camino dentro de un par de
días, según me ha informado Ebien, uno de los mozos del palacio. Sí, es como si
te oyera, ya sé que mi hermano no debería portar cartas personales, pero, al
fin y al cabo no lo son, ¿verdad? Son mías y no de él. Lo que no está
prohibido, está `permitido.
Tengo bastante por contarte, así que me pongo a ello antes
de que madre me reclame.
Me encuentro mejor, pero he pasado unos días bastante
indispuesta, con fiebre, malestar, sudores y tremolinas. Aunque no me hubieran
obligado a permanecer en ella, me habría sido imposible levantarme de la cama.
Por suerte, ya habíamos celebrado nuestro decimosexto día del nombre. Como
regalo me entregaron un bello cofrecito… ¡pero con útiles de costura! y unas
hermosas campanillas de plata para mis trenzas. Fue una celebración discreta,
pero padre pudo acompañarnos, y mi hermano todavía no estaba tan extraño como
lo veo y lo siento ahora. Me tiene preocupada, pero él dice que no le pasa
nada. Y también me entristece este alejamiento que de pronto se ha instalado
entre nosotros, que desde luego no comprendo.
Más noticias. Lo más inverosímil, lo que nadie nunca pensó
que pudiera ocurrir, ha sucedido. El rey Paitar y su comitiva, además de la
reina Etenielle, el rey Easar y la reina Tenovia han partido hacia el sur.
Quizás ya lo sabes, pero dudo que las noticias lleguen muy aprisa a Manala. A
veces te envidio, vivir en un lugar más o menos tranquilo, lo más lejos de la
Llaga posible, en un entorno rural. Me cambiaría por ti, Marline, créeme. Lo siento,
me he vuelto a desviar de lo que quiero contarte. No cambio, siempre con la
cabeza en las nubes, pensando en lo que me gustaría y no en lo que tengo y soy.
Con la marcha del rey, hay un ambiente extraño en la ciudad. Yo me siento
desprotegida, como si con su ausencia toda la Llaga fuera a desbordarse sobre
nosotros. Padre es muy cuidadoso con lo que nos cuenta, apenas comparte
informaciones con madre y conmigo, pero le veo abstraído desde hace unos días.
¡Por vierto! Olvidaba decirte que lo han ascendido a jefe de mensajeros. Es una
gran noticia, aunque me temo que quizás para Ilstar no lo sea, supongo que se
sentirá más presionado sabiendo que padre además de padre es ahora su superior.
Madre sigue tan estricta conmigo. Yo creo que algún día,
cuando la señora Karena se jubile, la nombrarán ama de llaves. Lleva tantos
años al servicio de palacio como sirvienta de mayor rango que desde luego se lo
merecería. El problema es que su posición me afecta a mí directamente, por eso
supongo que a Ilstar le sucederá lo mismo. A veces pienso que preferiría el hacerme
soldado o trabajar de moza en las cuadras. Servir en palacio no es tan interesante
como crees, aunque tiene sus ventajas. Si supieras la de detalles que hay que
aprender y tener en cuenta… limpiar el polvo de todas partes, y menos mal que
la austeridad de nuestro modo de ser ayuda a no acumular adornos. Barrer. Sacudir
alfombras y tapices. Bruñir metales y abrillantar la plata. Cuidar que todas
las lámparas contengan suficiente aceite o sebo para no apagarse jamás. Baldear
los suelos. Procurar que siempre haya brasas para los calderos de los cuartos. Y
esto solo en cuanto a la limpieza se refiere. Que si aprender a coser y
remendar, a lavar las prendas de seda sin estropearlas. Tiene su gracia lo de
coser, creo que al final podría gustarme eso de confeccionar prendas y bordar…
pero zurcir es una pesadilla. Y la tarea de doncella… Me pongo tan nerviosa
cuando he de atender a alguna dama, sobre todo si es una visitante, sobre todo
si es sureña, sobre todo si es una remilgada noble de cualquier lugar de Tar
Valon para abajo. El otro día, sin ir más lejos, le fueron con la queja a madre
de que había dado varios tirones al peinar a la hija de una renombrada
mercader. ¡Si tenía el cabello corto como un muchacho!
Hace una semana pude asistir a la actuación de un juglar en
la posada del Fugaz Destello. Me escapé cuando se suponía que debía estar
cosiendo medias. Solo fue una hora y nadie se percató de mi ausencia. Tampoco
nadie me reconoció, al menos eso creo. Y fue maravilloso, Marline, qué
canciones más bellas, qué historias… Comentan que el cuerno de Valere ya fue
soplado, que se vio al Dragón Renacido luchando con el Oscuro en el cielo de
Falme, y el juglar lo cantó y narró tan vivamente que yo pensaba que estaba
allí… Tuve que pasarme la noche remendando, pero valió la pena.
No me queda mucho tiempo. Anuncian la llegada de un grupo de
Aes Sedai un día de estos. Hace bastante que no se instalan aquí. Por lo
general se alojan en el palacio de Kiruna Sedai, pero ella tampoco está. Siempre
es muy emocionante verlas, a ellas y a sus Gaidin. Entonces, aunque me muera de
los nervios, sí que me gustaría servir a una de las Hermanas. ¿Te figuras?
Tengo que irme. Te abraza fuerte y con cariño, tu prima:
Erisai
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