domingo, 18 de junio de 2017
De Khalindira. Despedidas.
Hizo un gesto autoritario con su mano, indicando a Guardias, Guardianes y Aes Sedai que se mantuvieran a una distancia prudencial de ella. Bajo una lluvia torrencial, de esas que últimamente se desataban sin mas y luego se iban también del mismo modo, la Sede Amyrlin cruzo las iluminadas calles de Fal Dara levantándose la falda con ambas manos para no quedarse enganchada en cualquier cosa que pudiera haber por debajo del agua y barro que todo lo iban llenando. Las Hermanas respondieron con una inclinación respetuosa de cabeza, los guardianes imitaron a sus Sedai y los guardias saludaron marcialmente, cerrando la improvisada comitiva.
Khalindira sintió el frío de Shienar en sus huesos, pero lo ignoro. Su corazón estaba ahora mas frío que la noche norteña. Las palabras de Sartek la habían herido en lo mas profundo, habían tocado su punto débil. Siempre se sintió comparada con Jhamira, pero trato por todos los medios de creer que era solo una percepción suya. Ahora en cambio, no había lugar para otras interpretaciones. El hombre la creía una simple Aes Sedai de esas que tanto la irritaban. Una mujercita frágil y delicada, incapaz de hacer algo por si misma, necesitada de servicio y asistencia para todo, ya que su único don era poder utilizar el poder único. había percibido su desprecio por sus atuendos, por su cuidado personal, por su imagen de dignataria, que no era otra que la que debía proyectar la líder de las Aes Sedai. Pero el muy necio no podía entenderlo. Simplemente la había juzgado por la apariencia que proyectaba. El, justo el. Una de las pocas personas con las que se había abierto, con las que se había mostrado.
Giro en una esquina sin siquiera mirar si su escolta la seguía o no. Ni el mismo Oscuro se atrevería a estar en las calles bajo ese vendaval. Y si lo estaba, con la furia que su mente alimentaba en ese momento, igual seria capaz de encerrarlo ella misma a puros golpes.
Se cruzo con una patrulla que la saludo respetuosamente, aun bajo la lluvia. La Amyrlin les devolvió el saludo. Valoraba el esfuerzo y la entrega de esos hombres.
“Haberte abierto a el fue un error. Vincularle fue un error. Solo te ha hecho perder el tiempo con sus cuestiones no resueltas. Mientras tanto, a ti se te acumulan los problemas, y lo único que te ha valido este vinculo es generar fuertes rumores en la Torre respecto de que no estas prestando la debida atención a los asuntos del mundo en tiempos cruciales.”- pensó para si misma con acritud.
Tenia claro que las Negras siempre estarían soltando rumores de toda índole para socavar su autoridad. Pero esta vez, el rumor podía tener algo de verdad, y eso es lo que mas le pesaba. No podía terminar como Siuan, no ahora.
Llego finalmente al puesto de Mando de las Aes Sedai y sin prestar atención a las reverencias y ofrecimientos de sombrillas, cruzo la puerta. En el interior el ambiente estaba medianamente agradable, ya que los leños en el hogar empezaban a quedar escasos, habida cuenta de la dimensión de la estancia.
Todas las Aes Sedai que habían volteado a ver quien entraba de esa forma le hicieron una reverencia, aunque la Llama de Tar Valon apenas reparo en ellas. La mayoría eran Verdes, aunque igual había bastantes Amarillas.
“Otra de las grandes decisiones de ella… todo aquí es ella, Luz!!”
Con semblante inexpresivo cruzo la estancia y abrió la puerta de un improvisado despacho. En su interior, Adelorna Bastine revisaba unos informes. La eminente Verde la miro severamente y estuvo a punto de soltarle un reto, pero al darse cuenta de quien era se apresuro a hacer una reverencia. La Amyrlin sin embargo no extendió su mano con el Anillo de la Gran Serpiente. Solo cerro la puerta tras de si y comenzó a quitarse la empapada ropa, mientras le ofreció algo caliente, que ella acepto.
Intercambiaron información sobre la actividad de la Llaga y las incursiones cada vez mas frecuentes e intensas contra la Fortaleza y los pasos aledaños. también hablaron de suministros, refuerzos y necesidades. Finalmente, la Amyrlin puso en conocimiento de la que sabía era la cabeza del Ajah Verde, lo sucedido en Shol Arbela. La mujer reacciono con la tranquilidad digna de una Aes Sedai con tanta experiencia y acostumbrada a mandar. Pero en sus ojos fue evidente el desprecio y asco que toda la situación le generaba.
Khalindira luego le indico las directivas respecto de su Guardián y la importancia de conservarlo con vida para evitar que si algo le sucedía sus propias facultades se viesen alteradas. Si Adelorna percibió o no algo respecto del trasfondo, se cuido muy bien de no expresarlo, ni verbal ni gestualmente.
Finalmente, la Amyrlin le indico que tratase de no quedarse solo en Fal Dara. Al principio, la Capitana General no pareció tomarse la orden muy bien, pero tan pronto la Kandoresa le revelo la información con la que contaba respecto de la enorme actividad de la Sombra en las otras fronteras norteñas y la importancia de que todas las Naciones Fronterizas fueran reforzadas y asistidas por Tar Valon, la mujer acepto la orden.
“A esta también le cuesta ver mas allá de mi vestido y mis joyas. Se cree que solo soy una figura decorativa… No sabe siquiera dond nací y donde me crié”
Sin evidenciar sus pensamientos, la Amyrlin se despidió de la mujer alegando que tenia que resolver un asunto mas antes de regresar a Tar Valon para enjuiciar y castigar a Sheriam.
Acordaron verse en un mes en Chachin. Hasta entonces, Adelorna quedaba facultada a tomar todas las decisiones relacionadas con las Naciones Fronterizas y su defensa. Pero a cambio de esa atribución, la mujer se había comprometido a informar a diario todas las novedades en el frente norte. Una promesa que, viniendo de una Verde, era claramente una señal de respeto, dado que estas no solían tener en mucha estima a Grises o Rojas.
“Ni Gris, ni Roja. O ambas. Vais a daros cuenta pronto de que pertenezco a todos los Ajah para guiaros. Y a ninguno, para estar por encima de todas vosotras!”
Abandono el recinto y percibió las emociones de Sartek a través del vinculo. Mascullo una grosería que ruborizaría incluso a un marinero Teariano y enmascaro el vinculo. En ambos sentidos. A partir de ese momento, solo sentirían la cercanía o la distancia. No mas emociones compartidas.
Finalmente, al arribar a la zona de viaje, abrió un Acceso. Tras despedir a su escolta lo cruzo a paso firme. Pero el acceso solo la llevo al otro lado de las murallas de la Fortaleza, unos kilómetros al sur. Al bosque frío.
Fue una parada breve pero necesaria. Ayein aguardaba allí junto con la Manada. Ambas mujeres se estrecharon en un abrazo. Ayein debía moverse y Khalindira no contaba con mucho tiempo. Acordaron encontrarse cada cambio de luna en el tel’aran’rhiod. La hermana loba se movería junto a la manada por los bosques limítrofes entre Arafel y Shienar, algo que a Khalindira le pareció por demás peligroso. Pero entendió que la mujer tenia sus propias responsabilidades y que no pensaba rehuirlas. Como tampoco lo haría ella. Ya no mas.
Ayein percibió que la Amyrlin estaba herida emocionalmente, pero sabiendo que no era el mejor momento, solo se limito a abrazarla y despedirse de ella calidamente.
Ambas mujeres se volverían a encontrar pronto. Y la Llama de Tar Valon sabia que iba a necesitarla cuando llegara finalmente la Ultima Batalla.
Un nuevo acceso se abrió, pero antes de cruzarlo, Khalindira también se despidió de si misma. Ya no habría Khali, ya no habría mas mujer, no habría mas dudas, no habría mas llanto. Del otro lado del acceso estaba Khalindira, la Guardiana de los Sellos, la Llama de Tar Valon, la Sede Amyrlin. Y nada mas. Asintió para si misma, decidida como nunca a retomar el control con mano firme. El efecto Ta’veren de Sartek dejaría de afectarla en sus decisiones, al igual que las emociones y batallas internas del hombre.
No se despidió de el, sin embargo. Sabia que debería volver a verlo en algún momento, aunque para entonces ella ya no sufriría la inexperiencia en el manejo del vinculo que había experimentado en este tiempo.
Clavo sus ojos verdes en el acceso que ondulaba la realidad frente a ella y tras cruzarlo, contemplo la magnificencia de la Torre Blanca. El corazón le latía con fuerzas, porque lo que iba a enfrentar ahora era peor que la Prueba para alcanzar el Chal. Aunque en si mismas, las circunstancias en las que se encontraba ahora eran una Prueba.
“Una en la que no fallare. Y luego, voy a poner a marchar firme a estas mujeres. Y a todo aquel que no ha entendido que mi vida, mis objetivos y mis sueños, están atados al destino de la Torre Blanca.”
Se seco con el poder, se echo la estola de la Sede Amyrlin sobre sus hombros y a paso firme y con la cabeza bien erguida, ingreso por la puerta principal a la Torre.
La Amyrlin estaba de vuelta en casa. Y aunque la casa estaba patas para arriba, pronto iba a recordarles a todos sus habitantes que significaba esa estola.
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