—¡Moriréis todos, amigos siniestros!.
—¡Huye!.
—¡Reymalk, ya vienen. Huye!. Huye!. Huye!. Huye!.....
—¡Necio, esos 3 hijos están muertos!.
—Soy el capitán Cerdin, capitán de los hijos de la luz.
Llamad a los 3 hijos, debemos ir a Ghealdan. Ghealdan. Ghealdan. Ghealdan.
—¡Diena!. Dios mío, diena!.
—¡Haremos de esta aldea una gran hoguera!
Ghealdan… Ghealdan… Ghealdan…
—Hijo mío, vénganos!. Huye, y vénganos!.
—Debemos ir a Ghealdan, Samara se está convirtiendo en una
ciudad del oscuro, con tantos maleantes y bandidos, por no hablar de los amigos
siniestros.
Ghealdan….. Ghealdan….. Ghealdan…..
Me incorporé raudamente, con mis manos crispadas sobre la
capa ajada que usaba como manta. Era tan real…….., tan real. Era como si mi
destino aceptase que fuese a Samara, y allí obtener mi venganza. Pero una vez
hecho eso (si lograba hacerlo, claro), ¿qué sería de mi vida después?. Luz,
cómo añoro esos días de paz en la aldea, cómo añoraba el olor matutino de los
animales, la cantarina y contagiosa sonrisa de la señora Jharen, pero ante
nada, añoro los cálidos y amorosos brazos de mi madre….., unos brazos en los
que ya nunca iba a reposar, ni encontrar paz. Esos capas blancas, habían matado
a mi madre, quitándome su presencia. ¿Qué les había hecho ella?. No les había hecho
nada, solo la mataron por protegerme a mí….., ¿por qué no llegó una fracción de
segundo más tarde?. Así yo habría muerto, y no tuviese que aguantar ese dolor,
un dolor tan inmenso.
Recogiendo la capa y la bolsa que la señora Jharen me había
dado, me dispuse a ponerme en camino. De pronto, me di cuenta que no había
abierto la bolsa. La cogí, y abriéndola, encontré dos bolsas más pequeñas. La
primera contenía comida. Un poco de queso, 3 hogazas de pan, dos cantimploras
de agua y un cuchillo, que supongo que era para untar el queso en el pan.
Abriendo la otra bolsa, me encontré con 2 marcos de plata, y algunas monedas de
cobre. Volviendo a guardar todo en la bolsa, me puse a caminar. De repente tuve
un sobresalto. ¡No había guardado todo!. El cuchillo estaba firmemente en mi
cinturón. ¡Por la luz, yo no soy un soldado ni mucho menos!. Pero mis manos no
obedecían mi orden de quitar el cuchillo de mi cinturón. Dejándolo allí, me
puse a caminar hacia el norte. De todas formas, tal vez ese cuchillo me fuese de
utilidad…
Siguiendo al norte de la calzada de amador, llegué a un
cruce. Era un cruce con tres direcciones: Amadicia, que era volver por donde
había venido, Ebou Dar, que era el lugar perfecto para iniciar una nueva vida,
sin venganza ni nada, y Ghealdan, que es mi camino, para obtener mi venganza.
Me dirigí a ese camino, y me puse a caminar. Tenía los pies doloridos, estaban
cubiertos de ampollas. Al norte, la calzada seguía ininterrumpidamente, por lo
cual me esperaba una larga caminata…, si solo tuviese un caballo o una mula……
Bosques y llanuras flanqueaban la calzada, ofreciendo una
vista maravillosa. Pero yo en ese momento no estaba para valorar la belleza del
entorno, sino para obtener mi venganza. Seguiré caminando hasta Shayol Ghul si
es preciso, pero obtendré mi venganza, sea como sea.
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