Memorias del Bruma Blanca.
Día 5 del mes de Nesan:
Aprovechando los 5 minutos de descanso otorgados por la detectora Shalon, camino por la cubierta mientras que leo las últimas anotaciones que hice en mi diario, viejo compañero de Travesías. Al mencionar el nombre de mi maestra Shalon me viene a la mente mi primer día en el Bruma Blanca. Hacía minutos que el ‘Estrella de Plata había zarpado de vuelta hacia la isla. Yo me encontraba recorriendo las instalaciones del barco para familiarizarme con él, ya que este sería mi hogar durante mucho, mucho tiempo. Cuando de pronto oí de tras mío un sonoro carraspeo, mientras sentía que unas manos se posaban en mi hombro. Al volverme pude observar que se trataba de una atractiva mujer de aspecto juvenil. Esta mujer era Shalon din Togara, Marea Matinal, detectora del clan Shodein (mi clan).
Rápidamente llevé mis dedos al pecho y a los labios y exclamé: -Saludos, detectora, que la gracia de la luz se derrame sobre vos en este día. – mi nombre es… -Ya se quien eres - me cortó en seco. –ven, subamos al puente de vigía, tu y yo tendremos una charla.
Trepamos ágilmente hasta llegar hasta el puesto de mando, donde la detectora de vientos del Bruma blanca Taval din Chanai Nueve Gaviotas observaba atentamente el cielo. Shalon saludó cortés a la otra detectora, y luego dijo: -esta muchacha es Nathiza din Lladet, la aprendiza que viajaba en el ‘Estrella de Plata. Taval din Chanai asintió mirándome con altivez, entre tanto yo empleaba con ella el mismo saludo.
–La detectora del ‘Estrella de Plata me ha pasado varios informes sobre tí, – dijo Shalon volviéndose hacia mí: -Sé que los vientos te han traído desde Tremalkin. Sé también que tu partida de la isla no fue tan agradable, ni así el castigo que te impusieron, aunque… yo lo hubiera hecho más desagradable aún, si cabe. A continuación dirigió le una mirada cómplice a Taval. Esta asintió y volvió a lo suyo, pero sin dejar de prestar atención un solo momento a nuestra conversación.
-Por otra parte continuó diciendo Shalon, sé que has aceptado el castigo sin protestar, como debe de ser. -Sé también por otro lado la ayuda que le brindaste a la detectora para capear esa fuerte tormenta, entre otras cosas. No obstante no esperes que aquí se te felicite como a una niñita confinada, eres una aprendiza, y es tu deber obedecer. ¿Quedó claro?
-sí, detectora, me apresuré a contestar: -Bien, Ahora quiero que me cuentes qué fue de ti antes de volver a Tremalkyn.
-Bueno, yo… -anda muchacha –apuró Shalon, no tenemos todo el tiempo, comienza de una vez. A continuación me disculpé con ambas mujeres, y procedí a contar mi relato.
Les conté el regalo de cumpleaños que nuestros padres querían hacernos a mi hermana Nadisha y a mí, llevándonos a unos de sus viajes comerciales por el continente antes de que nos presentáramos al Jendai. Les conté como al llegar al puerto de Tanchico nos abordó un contingente extraño para mí en ese momento. Mientras que unas mujeres con vestido azul con relámpagos plateados se llevaban a mi madre colocándole un collar en su cuello, uno de esos hombres mataban a filo de espada a mi padre por defenderla.
Les conté sobre el desamparo que sentimos mi hermana y yo, y el temor de que nos hicieran lo mismo que a mi madre. Y que escondidas en un callejón aguardamos a que un confinado. Sí, un confinado que conocía brevemente a mi padre por hacer trato con él, se solidarizara de unas pobres huérfanas y tratara de ayudarnos refugiándonos en su casa hasta que por fin los vientos nos llevaron a salvo a Ebou Dar.
Allí fuimos acogidas por una posadera amiga de este confinado, la Señora Setalle Anan. Yo me dedicaba por las mañanas a estudiar sobre hierbas con una herborista que conocí en el rahadd… Ambas mujeres fruncieron el ceño desdeñosamente en este punto de mi relato: -mientras buscaba alguna información de mi madre – proseguí: y por las tardes ayudaba en la posada, pero nunca dejaba de sentarme un rato en los muelles a esperar noticias de algún barco nuestro. Hasta que ese día por fin llegó gracias a la luz, y pude volver a casa.
-¿Y tu hermana? – preguntó Shalon: No supe que decir; las palabras se atragantaron en mi boca. –Yo… no sé nada de ella, - logré articular: ella… ella decidió quedarse a buscar a mi madre… no pude hacer nada para detenerla... la detectora de más edad soltó un juramento entre dientes, luego inspiró hondo y dijo: -bueno, ya nos encargaremos de esto. Mientras tanto, ve y busca a algún grumete que esté en servicio para que te enseñe el camarote que ocuparás. Desde ahora, formarás parte de la tripulación del Bruma Blanca, Taval din Chanai y yo misma nos encargaremos de tu aprendizaje. Ahora puedes retirarte, tus clases comenzarán mañana.
-ah, dijo al ver que iba a responder: -Tu castigo será levantado, ahora ingresas limpia en una nueva singladura, pero eso sí. Espero que no se repita lo de Tremalkin, o no solo que serás severamente castigada, sino que me encargaré de que seas expulsada del clan. ¿Entendido? –sí, detectora. Os prometo que no se volverá a repetir. Muchas gracias por la oportunidad que me brindáis, os juro por los doce vientos y los 8 mares que obedeceré a todo lo que vosotras me ordenéis.
-Eso espero…, – dijo Shalon clavando sus negros ojos en los míos. Y quítate esa ridiculez de la cabeza, añadió señalando mis cabellos.
-Yo… no puedo… -dije algo abochornada, fue un accidente en Tanchico. El confinado que nos acogió en su casa trabajaba con tintes, y quiso que nos cambiáramos de ropa y teñirnos los cabellos para pasar desapercibidas. No pude evitar un leve encogimiento de hombros. Ambas mujeres resoplaron con fuerza, y acto seguido Shalon volvió a ordenarme que me retire. Llevé mis dedos al pecho y a los labios en reconocimiento hacia ambas mujeres, y me fui a buscar al grumete de servicio.
Al otro día estuve lista para comenzar mis clases. Fue un día agotador, como todos los que le siguieron. Si apenas me alcanzaba un ratito para charlar con los demás tripulantes. Qué, vale decir que siempre han sido buenos conmigo. En cuanto a mis estudios, pasábamos desde el simple paso de tejer una luz para iluminar una bodega a oscuras, a estudiar sobre la trayectoria de las corrientes marinas, y como doblegar los vientos. Eso era lo que más me divertía aparte de formar cúpulas protectoras contra los distintos elementos.
Ay, ya casi pasaron los 5 minutos, cierro mi diario y voy rápidamente a guardarlo en mi camarote, mejor no llegar tarde a la clase…
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