lunes, 22 de mayo de 2017

De Shaeira. Diario de Bitácora del Jendai.




23 del mes de Saven

Nos retrasamos en la partida. Surgieron inconvenientes que, aunque de escasa importancia para los acontecimientos actuales, me obligaron a permanecer en puerto. Es curioso que últimamente tantos jóvenes desamparados lleguen a mí de una u otra forma. Los hemos acogido a bordo a la espera de próximas decisiones. Me desagrada que permanezcan en el Jendai, pero por el momento, este será su navío. Sea como sea, zarpamos de Tremalking con dos días de demora sobre la fecha prevista. Llevamos tres de travesía, y para dentro de otros dos se espera la aproximación de los barcos de las Doce.

El tiempo no acaba de encalmar. Tenemos cielos cubiertos y plomizos, sin lluvia, con vientos racheados. A lo lejos, una línea oscura parece no avanzar, así que no anticipamos temporal en breve, pero mi Detectora y sus aprendizas no bajan la guardia en ningún momento.

Uno de los tripulantes se ha fracturado un brazo, pero parece que sanará normalmente.

Shaeira seca la tinta con arena y cierra el cuaderno. Se queda apoyada en el respaldo de su sillón con los ojos cerrados. Piensa en su esposo. Partió con el Leyenda de Korain hace cinco días rumbo a Ebou Dar en misión de reconocimiento, además de descargar una bodega de toneles de aceite. Despedirse de él en los últimos tiempos es algo que detesta profundamente, pero es lo que hay que hacer, y ninguno de los dos optaría por seguir la estela de otro barco a fin de ahorrarse el trabajo de trazar su propio rumbo. Jehrmien ha de ocuparse de sus asuntos mientras ella se ve obligada a lidiar con los requerimientos de su cargo.

Abre los ojos y se levanta. Por unos instantes permanece de pie ante los cristales contemplando el exterior. La reunión que debe afrontar no será nada fácil. A las Doce no les gustará lo que ha de decirles, como no le gusta a ella tener que siquiera enfrentar decisiones que se alejan de las necesidades de su pueblo. Sacude la cabeza. No. Ahora no es momento de pensar en tantas pérdidas.

Resuelta, abandona la cabina de la bitácora y se dirige con paso grácil hacia el mástil de la mayor donde la Detectora, en la cofa superior, no pierde de vista el horizonte. Luego irá a ver a Rhaien para que el ave continúe acostumbrándose a ella. Le produce desconfianza, pero al final tendrá que reconocer su utilidad. Esas palomas que intentaron criar para usarlas como hacen los confinados terminaron por morirse todas. Habrá que ver si el contramaestre tiene razón y el halcón sirve a sus propósitos.



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